Yo, estúpido
De pronto oigo en la radio de mi reproductor los números premiados de la lotería. Sí, sí ¡ya! Gané, gané, salté, revoloteé, la vida me ha cambiado, no volveré a pisar más las infelices calles de ese barrio mugriento, no más cuentas por pagar, no más trajes prestados para las fiestas. Brinco y abrazo a cuanto idiota se me aparece enfrente. De pronto un pordiosero me estira la mano y me ruega una moneda. Mi algarabía y mi efervescencia son tan grandes que le doy las llaves de mi casa y me voy riendo. Luego, más calmo, pienso que el pordiosero siempre se preguntará ¿Dónde vivo?
Tres días
Luego de tres días Jesús volvió a la vida. Luego de tres días de nacer yo morí. Mi visión aún no era clara pero recuerdo su voz, su voz abrigadora y amorosa, sus brazos grandes y él al lado, cansado. Yo podía percibir su respiración y sus latidos, su corazón palpitaba muy despacio, Yo no sabía que nosotros podíamos escuchar el sonido de los parpados al cerrarse. Luego de eso solo escuché un ¡pum! Después tomé la forma de un hombre y ya podía hablar, oír, ver y caminar. Lo último que oí fue el estruendo de dos vehículos a velocidad y unas siete voces gritando y desvaneciéndose.
Hoja en blanco
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