viernes, 24 de abril de 2009

Perro, pericote y gato, y Nacional. Adiós muñeco maldito

Leí un comentario en una de las notas de la web de Perú 21 y comenzaba diciendo "¿A qué juega la San Martín? Mediocre es el termino más apropiado para describir a este equipo de sonámbulos..." Yo le podría responder a este escéptico y frío comentarista a qué juega la San Martín: Juega a darle la contra a la historia del fútbol nacional, juega con seriedad dejando el criollismo, la improvisación y el romanticismo de lado. Cuando jugamos lindo pero se pierde como siempre: "Puta madre la misma de toda la vida". Cuando jugamos feo y se gana- o empata en el caso del equipo blanco- : "¿A qué juegan?, Mediocres”...¿Tanta mezquindad de parte de un país? ¿Por qué una visión tan pesimista, tan triste, de tan poco aprecio?
No acaban de inventar la pólvora ni el viaje al espacio, en el fútbol casi todo está inventado, trabaja bien y ganarás. Sé una institución seria, con visión y misión, con un trabajo sostenido adecuado, con inversiones a largo plazo, con metas claras, elabora un plan de marketing, trabaja la relación con tu publico interno y externo, manéjate y copia a los mejores, sigue su línea. La San Martín está utilizando sentido común; si el mejor (equipo del mundo) trabaja de cierta manera -sabiendo que tiene más de cien años de antigüedad- entonces trabajamos igual que él. Políticas y reglas claras que no discriminan y van desde el asistente de utilería hasta el gerente deportivo y presidente. Es una coincidencia que extranjeros como Arzuaga, José Díaz, Ludueña, Leguizamón, Cambindo, Villareal, Ovelar, Luguercio, entre otros, hayan pasado por la San Martín.
Todos los antes mencionados son jugadores promedio en sus países, pero que llegan al Perú con un cierto ritmo, con experiencias previas muchas veces envidiables para cualquiera. ¡Eso se llama tener filtros! No utilizar a cualquier representante hijo de vecino que por una jugadita te arregla un paquete de cinco jugadores de la misma nacionalidad que quieren venir en un viaje de aventura. La semana pasada San Martín hizo historia, con tan solo un lustro de vida institucional supo incrustarse en el entrecejo a sus mayores y decirles "Clasifiqué".
Un furibundo patadón de Ludueña los hizo respirar, sin embargo con ese resultado (1 -1 frente a Nacional de Uruguay en Lima) los dejaba con la obligación de ir a no perder al Monumental de Buenos Aires. Sin embargo, gracias River por ser tan incompetente, por ser medio huevón y no tener la jerarquía que la historia te impone, por tener ídolos de barro en tu actual plantel, y jugar más frío que cualquier invierno parisino. River perdió 4 a 2 contra un discreto Nacional de Paraguay, que esta vez nos dio una manito.
Vamos Perú, sueña que no pierdes nada. Porque cuando estés arriba vas a creer que no es verdad y no vas a llegar a la meta.

jueves, 16 de abril de 2009

Commutatus vitae



Ha pasado un mes desde que no juego, o tal vez más. Hace unos años solía entrenar muchas horas diarias. Pisaba el césped con frecuencia, me introducía en los Nike plateados a diario, corría por diversión, pateaba - a los rivales- por obligación- y a la pelota-, por convicción. Levantaba, casi sin fuerzas, la mirada al cielo para no ver el camino que faltaba luego de casi cinco kilómetros de recorrido. Recorría los cien metros en once segundos y medio, y la introducía a placr en las más recónditas esquinas sin tener que dar más de tres pasos hacia atrás.

Cuando llegaba a casa luego de haber estado al borde del colapso por tanto corretear, mi madre me atendía. Mi madre, una portentosa morena de labios y caderas anchas, de cabellos como nimbos en tormenta, me esperaba siempre con la comida servida y la ducha caliente. Mi padre, llegaba de trabajar más tarde. Ahora mi madre ya no está, mi padre tampoco. Ambos - en diferentes momentos pero por la misma razón- tuvieron que tragarse su orgullo y aceptar lo que la vida les obligaba a hacer: ambos se tuvieron que ir. Yo me quedé.

Ni siquiera he pisado una plancha rellena de caucho que destruye zapatos y ampolla las plantas. Una plancha verdosa y caliente que simula ser un terreno donde los alter egos de Messi, Zidane y otros tantos tocados hacen de las suyas luego de juntar un dinerito.


Soy un pequeño hongo en un refugio de concreto que dentro cuenta con dos o tres comodidades hacedoras de pereza, pero donde también hay buenas "biblias". Tengo ocho kilos más de lo que siempre tuve, mis abdominales ya no están firmes, mi trasero se balancea de lado a lado, una, otra y otra vez. He hecho treinta planchas en la última semana (antes hacía 50 diarias) y he estado casi 6 horas diarias delante del monitor. En este último mes he leído El paraíso en la otra esquina de Don Mario. Leí también la mayor parte de la novela que, antes de morir, mi abuelo dejó inconclusa. Entre otros papeles por los cuales me aventuré figuran un ensayo de Noam Chomsky, Cómo nos venden la moto, el cual ya había leído en alguna oportunidad pero tuve que releer para un curso de la universidad; y también otro llamado El factor Dios, por José Saramago en donde este nos muestra y demuestra las atrocidades que realizan - o realizamos - los hombres, justificando nuestros actos diciendo que es un celebración de Su poder y Su gloria. También me he mantenido siguiendo las diversas noticias, como el juicio al ex presidente Alberto Fujimori, revisando diarios, revistas, leyendo a mi amigo Fabricio Escajadillo Del Solar en el Perú21, viendo como lo mandaban a escarbar la carroña más inmunda de la naturaleza humana en cada comisión, como la que le tocó cubrir en Cañete luego de que un bus interprovincial se hiciera cenizas- casi todos los pasajeros terminaron al igual que el camión- tras colisionar con una cisterna de gas licuado de petróleo (GLP).

Antes solo leía, con suerte, una vez cada mes o una cada dos meses, mi tiempo era muy reducido para esas actividades. Después de entrenar a hacer los deberes y a dormir para, el siguiente día, sucumbir ante la misma rutina de mierda que algún día me terminó por cansar. He recibido una invitación de mi amigo Gian Carlo para jugar la próxima semana contra algunos adiposos profesores luego de los exámenes parciales. Ya no estoy tan ágil, peso más, corro menos...pero la calidad queda (dicen). Iré sin dudarlo, pero espero que no trate de hacer una de Román y terminé haciendo una de Balán.

martes, 7 de abril de 2009

La esperanza en el ducto

5 de Abril del 2009.






Iluso, lo esperé. No era la Guerra del Pacífico y tampoco una exposición frente al Tribunal de La Haya, era, simplemente, el partido contra Chile. Cómo me dolió ese día, Alejandrito ¿Te acuerdas? En tu casa con Tatiana, Marjorie y Claudita ¿Lo recuerdas? Cómo me dolió. Yo hubiera querido ir al Monumental, ese colosal elefante de concreto, relleno de luz y colores entre grada y grada. Setenta mil personas o más se arrebataban, se mecían de un lado a otro, se emborrachaban de aplausos y de cantares...setenta mil personas o más depositaban su amor, su esperanza (Esa que nunca debemos perder, Alejandrito) en un puñado de once huevones.

El chauvinismo y el nacionalismo, casi inexistentes en las calles de Lima, llegó a su clímax ese día ¡Era Chile!, no Colombia, ni Ecuador, ni siquiera Argentina, era Chile, y yo, no estaba ahí; me quedé a verlo en tu casa, Alejandrito. El roncito, el hielito y los vasitos a un lado. Tú, llamando a Marjorie o a Tatiana en la otra habitación y de pronto empezó. Alejandrito, pitazo inicial. ¡Ayayay! Centro de Miguel Torres, Perú avisaba. Qué grande la ilusión, qué pequeño el tiempo que duró. Maldita sea Prado, márcalo con la otra pierna. Prado, márcalo a un metro. Mark González no es Junior Ross. Ese sí ha jugado con Gerrard. Mis esperanzas y yo yacíamos juntos en el lecho de Alejandro. Al minuto y medio empezó el viacrucis. Empalme de Alexis Sánchez, Vargas se voltea cual sometida hetaira, dejando en el suelo el cariño que muchos le tenían ¡Gol chileno! vociferaba a toda garganta el narrador en la televisión.

Así terminaron con las esperanzas de varios, ¿Si o no, Alejandrito? Aunque tú seguías hablando por teléfono, tratando de hacer que Marjorie viniera con mini. Un par de minutos del juego cuando tocaron a tu puerta, Alejandrito. Era Claudita, con sus ojos grandotes, su cuerpito quebrado y escuálido. Su piel diáfana y sus ennegrecidos cabellos llegaban a la perfección del acromatismo. Transcurrió media hora con poca acción hasta que ¡saz!... otra vez Vargas, otra vez Alexis Sánchez. Penal para Chile. El estadio mudo y yo tomándome otro vaso de ron con cola frente al televisor. Suazo, el enano delantero, pelón, gordo y revejido le dio un pase a la red y puso la diferencia en dos. Media hora y ya iban dos. Pero, dos minutos después, gracias Gavilán. Nada que reprocharle a Fano que con huevos y demostrando que no se tiene que ser soberbio para ser bueno, luego de un pase de Daniel Chávez que, a decir verdad, cuando empezó la eliminatoria era suplente en el Brujas FC de Bélgica y no soñaba con venir a Lima ni por 28 (Citando a una conocido periodista deportivo que no es aficionado a la felación), nos devolvió algo de vida a los fieles que estábamos en nuestras casa y a los más fieles -y hasta masoquistas- que estaban en el estadio. Por ahí escuché que "no había nada que reprocharle al público". Podría ser.

Perú es un equipo lleno de jugadores mal alimentados, con carencias en el aspecto psicológico, en muchos casos familiar, que atraviesan por un "choque" en sus estilos de vida -al que estaban acostumbrados en Lima tras la cortina del anonimato, y al que llevan ahora jaraneándose la vida porque pueden, porque el dinero puede por ellos, porque se lo han ganado con esfuerzo (Hay que reconocerlo), pero eso no les da derecho a meter cachetadas de pobreza y de soberbia a todo aquel que no lo mira con si estuviera en el Olimpo-,carencias de formación, poco nivel de compromiso, poco nivel intelectual (Que a mi humilde opinión incide positivamente en su desempeño). Aunque eso no es de sorprender porque este es un país donde la mayoría de personas carecen de lo mismo que carecen los once huevones que están en la cancha. El problema es que, a parte de esas penosas carencias, están rodeados de pura basura. De un sistema gansteril, dictatorial, arbitrario, ladrón y pendejo. Y de dirigentes que lo único que hacen es apoderarse y destruir sistémicamente el fútbol peruano.

Segundo tiempo y Perú saltó al rectángulo de las ilusiones. La frase que ,otrora, hiciera famosa Cienciano en la Copa Sudamericana tras vencer a River Plate de Argentina en Arequipa, con tanto del paraguayo Caros Lugo, que, posteriormente se escapó del equipo cusqueño; volvió a sonar con potencia en nuestras mentes, una , otra , otra y otra vez...!Sí se puede! !Sí se puede! Usando nuestra razón sabíamos que no se podía, pero, en un estadio de fútbol, quién utiliza la razón. Por eso Borges decía que "El fútbol es popular porque la estupidez es popular”, en mi opinión, tal vez lo único que en lo que se equivocó el maestro. El fútbol es popular porque nos permite ser estúpidos con conciencia.

Cronos hacía un complot en contra de nosotros y nos apretujaba con placer. Faltaban veinte minutos, el marcador: dos a uno, a favor de Chile. Yo seguía con el roncito en la mano, Claudita, Tatiana, Marjorie y Alejandro, ya sin esperanzas, se habían dedicado a hablar de frivolidades y cosas prescindibles. Pero yo, terco, estúpido, testarudo, tozudo, cholo, me había aferrado a 2la posibilidad". Minuto cincuenta y uno. El esférico era porfiado por Alexis Sánchez, cuando logró apoderarse de él inició una estrepitosa carrera por el carril derecho y otro ¡saz! Otra vez Vargas, está vez le había dado un puntapié con excesiva fuerza. El "loco" había caído en su propia desgracia, había sucumbido frente a los sentimientos de impotencia que recorrían cada centímetro de su hercúlea figura. Por eso se fue expulsado, reventando carteles de publicidad con más puntapiés maldiciendo a generación tras generación de quién sabe. Con vergüenza deportiva, pero dejándonos con uno menos y achicando, y achacando nuestras escasas opciones mundialistas.

-Te apuesto que pierde Perú. Si pierde me haces un strip tease- me dijo Claudita sabiendo que era una predicción casi sin margen de error.

-Ya, ya, ya. Si no pierde tú me lo haces a mí- le respondí con la más mala intención de dejarla en interiores. Cosa que en realidad no sucedería, yo solo quería molestarla e inyectarle cierto morbo a la situación.

Con la premisa pautada llegó un córner para Perú. Cobro de "Cachito" Ramírez que, de quien nos diera la clasificación, jugando contra Argentina en la Bombonera, al Mundial de México 1970, solo tiene el apodo. Centro pasado que deja a todos cual estatuas, un puñado de camisetas rojiblancas se movieron de un lado a otro para nunca llegar. Zambrano, una gran aparición del fútbol peruano, pero con tan solo unos minutos jugados en el primer equipo del Shalke 04 de Alemania, recoge el balón en la esquina contraria, el enganche hacia adentro y el centro débil con zurda a las manos del correcto Claudio Bravo. Saque rápido del arquero de la Real Sociedad de España y yo rezando y fumando. Alexis, Suazo; Suazo, Alexis; Alexis, Matías Fernández y otro más. Ya eran tres. Tres al igual que estos demonios rojos que simplificaron un optimismo y una ilusión en una corrida de ochenta metros. Tan sincronizada como el nado olímpico o como las trampas de Jigsaw.

De ahí en más todo fue un trámite: pararse para encender cigarrillos en la ventana del cuarto de Alejandro -porque él odia que fumen sentados en la cama ya que no quiere que se le impregne el olor (ya le he dicho que, junto con el de la gasolina, es el más placentero)-, seguir bebiendo ron. esperar el último pitazo de Carlos Amarilla. Por fin se dio. Por fin nos dimos cuenta que esto e acabó. El calvario se terminó. El camino al infierno fue completado. Más eliminados que nunca. Jamás he visto a Perú jugar un Mundial. Ya no quiero que vengar a huevear a la selección, ya no quiero que me representen un puñado de huevones, ya no quiero ver más partidos. Sigo amando el fútbol...pero ya no quiero más partidos de la rojiblanca. Ellos me han obligado a hacer un strip tease.