jueves, 8 de abril de 2010

El príncipe y los románticos

Para los que alguna vez oyeron esta canción alguna noche calurosa de navidad, alguna tarde de rayos amarillos de catorce de febrero –aunque a algunos no nos gusten demasiado ni el calor ni los catorces- ,o en algún capítulo de El príncipe del rap cuando Will y Jazz se pelean y luego tienen que redescubrir su amistad.

No hay nada como estar sentado en la banca de algún parque que parece haber envejecido mientras se oye una canción de Dean Martin, mirando un atardecer que ya otros han visto y que ha sido mencionado en más de un terceto o una estrofa. Personas que imaginan quizá nacieron en el tiempo equivocado, que son hombres o mujeres de otra época, para aquellos que creen que las leyes de un país deben ser éticas y no morales. Quienes creemos –quizá de manera equívoca- que los problemas más complicados no se resuelven con un fajo de billetes, sino con un abrazo y un beso en la frente. Para los que no se atreven a planear estrategias para acercarse a otro y estrecharle la mano, y más aún para los que creen que la otra persona tampoco formula alguna jugarreta pícara detrás de sus sienes al devolverle el saludo. Los románticos (Entiéndase por romántico a aquel que tiene ideales, principios, ideología, creencias y un alma noble que se desliza dentro de sí desde la mañana hasta la otra mañana, que sufre y que se entrega a las garras de la realidad porque no le queda otra que seguir los designios del albur para no morir; y no aquellos que portan canciones del guatemalteco en su reproductor y no saben regalar otra cosa sino osos de felpa) han muerto. Y si no, están escondidos en cuevas y caminan temerosos y se escudan en armaduras de titanio y en risotadas estridentes. Every minute, every hour, for someone like you. Los que nos escondemos pérfidamente. Aquellos que escuchan sus propias voces en los que la sociedad tilda de perturbados y orates, para los que no venden sus piernas ni sus plumas (ni siquiera su afinidad al chiquero capitalista ni a la piara compuesta de mercantiles). Para los que se aguantan un hijo de puta por una causa justa. Y para los que conviven día a día con sus demonios por creer que aún no se han hecho de las armas que los puedan liquidar. Para entenderlos a todos ellos solo hay que asumir una culpa…la culpa de saber que somos humanos, por lo tanto libres, por lo tanto errantes, por lo tanto hirientes, por lo tanto bípedos, por lo tantos caminantes, por lo tanto…por lo tanto… Every boy would find what i’ve found in your arms.

Un abrazo a todos ellos, y a los otros... uno más grande.

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